El telescopio Gemini North, ubicado en la cima de Maunakea en Hawái, ha identificado galaxias espirales en interacción a unos 60 millones de años luz de distancia en la constelación de Virgo.
El par galáctico NGC 4567 y NGC 4568, también conocidas como las galaxias mariposa, acaban de comenzar a chocar cuando la gravedad las une.
En 500 millones de años, los dos sistemas cósmicos completarán su fusión para formar una sola galaxia elíptica.
En esta etapa temprana, los dos centros galácticos están separados actualmente por 20.000 años luz, y cada galaxia ha conservado su forma de molinete. A medida que las galaxias se entrelazan más, las fuerzas gravitatorias darán lugar a múltiples eventos de intensa formación estelar. Las estructuras originales de las galaxias cambiarán y se distorsionarán.
Con el tiempo, bailarán uno alrededor del otro en círculos cada vez más pequeños. Este apretado anillo atraerá y extenderá largas corrientes de gas y estrellas, fusionando las dos galaxias en algo que se parece a una esfera.
Durante millones de años, este enredo galáctico consumirá o dispersará el gas y el polvo necesarios para desencadenar el nacimiento de estrellas, lo que provocará que la formación de estrellas disminuya y, finalmente, cese.
Las observaciones de otras colisiones galácticas y el modelado por computadora han brindado a los astrónomos más evidencia de que las fusiones de galaxias espirales crean galaxias elípticas.
Una vez que la pareja se una, la formación resultante puede parecerse más a la galaxia elíptica Messier 89, también ubicada en la constelación de Virgo. Una vez que Messier 89 perdió la mayor parte del gas necesario para formar estrellas, se produjo muy poco nacimiento de estrellas. Ahora, la galaxia alberga estrellas más viejas y cúmulos antiguos.
El resplandor de una supernova, detectada por primera vez en 2020, es también visible en la nueva imagen como un punto brillante en uno de los brazos espirales de la galaxia NGC 4568.
Fusión de la Vía Láctea
El halo de Andrómeda, una gran envoltura de gas, se extiende a 1,3 millones de años luz de la galaxia, casi a la mitad de la Vía Láctea, y hasta 2 millones de años luz en otras direcciones.
Este vecino, que probablemente contiene hasta 1 billón de estrellas, es similar en tamaño a nuestra gran galaxia y está a solo 2,5 millones de años luz de distancia. Puede parecer increíblemente distante, pero en una escala astronómica, Andrómeda está tan cerca que es visible en nuestro cielo otoñal. Puedes verlo como una luz difusa en forma de cigarro, en lo alto del cielo durante el otoño.
Y si pudiéramos ver el enorme halo de Andrómeda, invisible a simple vista, sería tres veces el ancho de la constelación de la Osa Mayor, lo que hace que todo lo demás en nuestro cielo palidezca.
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