Aunque sus propias teorías sugerían su existencia, incluso el propio Albert Einstein pensó que, en la práctica, serían difíciles de encontrar.
Los agujeros negros, esos centros de extrema gravedad en las profundidades del cosmos, han sido durante años uno de los temas que más dolores de cabeza e incertidumbres han generado entre los astrónomos.
Este martes, la Real Academia Sueca de Ciencias decidió reconocer a través de tres autoridades en la materia a quienes a lo largo de los años se han dedicado al estudio de estas extrañas entidades que escapan incluso a la imaginación.
El británico Roger Penrose, el alemán Reinhard Genzel y el estadounidense Andrea Ghez recibirán el Premio Nobel de Física en diciembre por sus descubrimientos sobre los agujeros negros.
«En el caso de Genzel y Ghez, su contribución es que han podido demostrar mediante observaciones astronómicas la existencia de un agujero negro supermasivo en el centro de nuestra galaxia», dijo a BBC Mundo. Eduard Larrañaga, físico teórico y profesor del Observatorio Nacional de Colombia.
“En el caso de Penrose, aunque sabemos que la Academia también lo premia por el tema de los agujeros negros, su contribución a la física va mucho más allá”, agrega.
Según el físico colombiano, fueron las ecuaciones y teorías de Penrose las que ayudaron a los científicos hace más de medio siglo a comprender que los agujeros negros que predijo la teoría de la relatividad general de Einstein eran realmente posibles.
“Aunque la teoría de la relatividad general se remonta a 1916, hasta la década de 1950 el tema no se trató mucho, porque incluso el propio Einstein pensaba que los agujeros negros no serían posibles en la naturaleza debido a sus extrañas características”, recuerda. . .
El físico colombiano dice que en la década de 1950 algunos de los estudiantes de Einstein comenzaron a hacer cálculos para explicar cómo una estrella, una vez muerta, podía dar lugar a un agujero negro.
“Sin embargo, los cálculos que se hicieron en ese momento se hicieron asumiendo que la estrella era completamente esférica, pero es una idealización del problema, porque en realidad las estrellas no son así”, dice Larrañaga.
«Lo que hace Penrose es mostrar que incluso las estrellas que no tienen un comportamiento totalmente esférico, pero sí tienen perturbaciones, podrían sufrir un proceso de colapso que conduciría a la formación de un agujero negro», añade.
Entonces, dice, la teoría de Penrose ha mostrado la posibilidad de estos objetos esquivos en la naturaleza.
Según el académico colombiano, Penrose también contribuyó a la física con notables desarrollos en gravitación o cosmología, pero su aporte al estudio de los agujeros negros no ha determinado su origen.
El ahora ganador del Premio Nobel británico creía que en algunos puntos del universo y, especialmente en el centro de los agujeros negros, existían algunas «singularidades» que, de alguna manera, desafiaban todas las leyes de la física.
Años más tarde, su discípulo aplicaría su teorema de la singularidad, Stephen Hawking, para comprender incluso el momento primordial del Big Bang.
Singularidad
Según Larrañaga, Penrose partió de la conciencia de que hay algunos puntos, o condiciones en el espacio-tiempo, donde la física deja de funcionar.
En otras palabras, donde las leyes que consideramos universales no se aplican.
«Por ejemplo, un agujero negro. Sabes que un agujero negro es un objeto con una gravedad enorme. ¿Por qué tiene una gravedad enorme? Porque tiene mucha masa. Y resulta que esta masa está concentrada en una región muy pequeña. Todo esto. … la masa ha llegado a un punto. Entonces, en ese punto, la gravedad es infinita, la densidad es infinita y muchas otras cantidades físicas llegan al infinito «, explica.
Según el científico, cuando eso sucede, esos «infinitos» no se pueden manejar con las matemáticas habituales: «Cualquier ecuación con infinitos deja de tener sentido», dice.
Esto, dice, da lugar a estas «singularidades» en el espacio-tiempo.
«Es el punto en el universo donde las ecuaciones de la física dejan de funcionar, por alguna razón. Generalmente es porque las cantidades físicas como la masa o la densidad crecen, van hacia el infinito», dice.
Esto es lo que sucede, dice el científico, en el centro de los agujeros negros.
Allí «se acumula toda la masa, por lo que la densidad es infinita. En ese punto, las ecuaciones de la física de la relatividad general no funcionan», señala.
Según Larrañaga, la singularidad es, por tanto, ese punto central de los agujeros negros donde se concentra toda la masa.
“Es el corazón, el núcleo del agujero negro, donde la densidad es infinita y por eso las ecuaciones de la física no funcionan, porque donde aparece la densidad, todo crece. Entonces las ecuaciones dejan de funcionar”, dice.
El físico colombiano recuerda que este enfoque fue fundamental, porque ayudó a comprender tanto los agujeros negros como los procesos cosmológicos como el Big Bang.
Sin embargo, explica que su complejidad y lo que implica para la física es tal que muchos científicos cuestionan su existencia.
“Hay muchos físicos hoy en día que creen que las singularidades no existen, porque si las aceptamos, las leyes de la física colapsan allí”, dice.
«Entonces cuando los físicos aceptamos singularidades, aceptamos que la física tiene un límite«.
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