Los corazones de los observadores de aves palpitan por el Gran Día Mundial

Los corazones de los observadores de aves palpitan por el Gran Día Mundial

Mira, dice uno, hay una tangara gris azulada. Otro ve una curruca.

Al amanecer, los observadores de aves partieron de Caracas para participar en el Global Big Day, una celebración mundial anual en la que los observadores de aves observan la mayor cantidad de especies posibles en un período de 24 horas.

Al frente del grupo estaba Rosaelena Albornoz, una guía de aves de 61 años que ha estado estudiando aves en Venezuela durante casi tres décadas.

Las emociones estaban muy altas cuando el grupo llegó a Amaranta Hummingbird House, un santuario privado en San José de los Altos, estado de Miranda, donde se han avistado unas 170 especies de aves.

“Las aves son un indicador de la salud de un ecosistema”, dice Albornoz a la AFP mientras cuenta las especies que avistan para subirlas a Ebird (https://ebird.org/), la plataforma de registro de avistamientos de aves en todo el mundo.

“Con el Global Big Day… el público sale a divertirse con las aves contándolas”, dice Albornoz, quien dejó un trabajo como ejecutivo para estudiar aves.

Los colibríes vuelan sobre las flores y los comederos instalados por la médica jubilada Cecilia Martínez, propietaria de Amaranta Hummingbird House.

Un gran colibrí conocido como la oreja marrón violeta (Colibri delphinae) vuela hacia Martínez para tomar un sorbo de una taza que contiene agua azucarada.

«¿Dónde has estado? ¿Te has olvidado de mí?» arrullo el pájaro.

El colibrí revoloteando regresa una y otra vez para beber de la taza, como si fuera una amiga de Martínez desde hace mucho tiempo.

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«Los colibríes conocen uno», dice Martínez, de 73 años, un patólogo que se jubiló en 2012 y ahora dedica su tiempo a preservar la extensión de selva tropical cerca de su casa.

‘Contaminacion de luz’

La serenidad envuelve esta reserva de montaña, excepto por el chillido de la Chachalaca Rufous, un ave que habita en el suelo con un canto agudo y estridente.

Sin embargo, Martínez y otros observadores de aves están preocupados. Dicen que la invasión humana y la contaminación lumínica están afectando a las aves y a los insectos que necesitan para alimentarse.

“La idea sería estudiar la contaminación lumínica y el grave efecto que ha tenido en la pérdida de insectos”, dice Albornoz. «Si la luz blanca golpea a los insectos, disminuirá la cantidad de polinizadores y pájaros».

Él dice que el impacto en las aves y los insectos podría ser similar a lo sorprendido que se sentiría un humano si tuviera que dormir todas las noches con una luz brillante cerca.

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